Con la desescalada, tras lo peor de la COVID-19, y la apertura del comercio y el turismo, según se va llegando a las fases que ha establecido el gobierno, comienza a hablarse de las deseadas vacaciones, unos planificando, otros con anhelo, otros renunciando a ellas…
Desde el 11 de mayo, han comenzado, con restricciones, a abrir establecimientos turísticos de todas las índoles: hoteles, apartamentos, casas rurales, campings… para esta apertura está siendo necesario adecuar espacios y equipamientos a una serie de protocolos y normas para minimizar los riesgos que se han establecido y protegen tanto al personal de los establecimientos como a los clientes. Las principales características de estas medidas se basan en la limpieza de todos los elementos que están en contacto con los clientes y en la toma de medidas del distanciamiento social que eviten el contacto entre unos y otros clientes.
Ya a mediados de abril, cuando comenzaba a apreciarse que las curvas de contagios y fallecimientos tomaban un camino descendente, mucho antes de la creación y redacción de las normas que se están poniendo en marcha, en el sector del camping y turismo rural se observaba el futuro con un cierto optimismo por las características propias de estos tipos de establecimientos, que se desarrollan en espacios abiertos, sin apenas necesidad de compartir espacios con otros alojados, y, en muchos casos, en lugares con baja concentración de población.
Varios estudios que se están realizando en este rápido, pero cauto, proceso a la vuelta de una relativa normalidad, confirman que las previsiones de viajes planificados hasta el momento se concentran en tipos de alojamiento lo menos colectivos posible. Aunque según las encuestas varían porcentajes, lo cierto es que la opción más demandada antes de la alerta sanitaria era el alojamiento en hoteles, hostales o similares con una preferencia entre el 60 y 70% de los que habían planificado las vacaciones, y se estima que cae entre 10 y 15 puntos tras la reconsideración de los posibles viajeros. Mientras tanto, está creciendo la opción de las viviendas particulares (segundas residencias y casas de familiares y amigos), el camping y caravaning y el turismo rural (llega a crecer entre un 25 y 30% sobre las previsiones previas a la COVID), y los apartamentos turísticos (más tímidamente).
También, hay que valorar que en el transporte, en esta nueva situación, se priman más los medios individuales frente a los colectivos. El uso del avión como transporte de vacaciones cae estrepitosamente, mientras crece de manera muy importante el vehículo propio. Y aunque en la mayoría de los casos es reflejo de la sensación de percepción de conveniencia sanitaria, también tiene que ver con que las distancias a los destinos vacacionales se reducen muy considerablemente. De los que pensaban en viajar a un destino internacional, solo mantienen esta idea un 40% de ellos. En contraposición, crecen las intenciones de viajes nacionales, y sorprende el gran número de viajeros que están buscando un destino dentro de su comunidad autónoma.
También, hay que valorar que, atendiendo a la opinión en días previos al inicio del desconfinamiento, poco más de un 40% de los encuestados aseguraban tener la intención de salir de vacaciones este próximo verano, mientras que un 25% estaban seguros de no hacerlo y un tercio todavía no lo habían decidido. Entre los motivos de no salir este año de vacaciones priman los que consideran que existía y existirá a lo largo del verano una falta de seguridad para poder viajar con tranquilidad, y esperarán a última hora para decidirlo. Un porcentaje en torno al 20% consideran que su situación económica no lo permitirá, y otro tanto piensan que en el momento de poder disponer de vacaciones no existirá la suficiente libertad de movilidad para viajar a los destinos deseados. Uno de cada diez no quieren viajar por miedo al contagio y consideran que será precipitado hacerlo, y en otros casos no lo harán por ser población de riesgo.
En cuanto al camping, con la información obtenida en una encuesta propia, y los comentarios de nuestros seguidores, observamos que, a pesar de las medidas que están tomando los establecimientos turísticos, poco menos de la mitad consideran que aun así se asume un riesgo de contacto, además de que obligan a dejar a un lado una de las esencias del camping: la convivencia con otros alojados, especialmente en el caso de los niños. Obviamente, no es lo mismo en el caso de viajar solo adultos que puedes estar sin ningún contacto más allá del uso de los sanitarios (si no quieres o puedes usar los propios de la caravana), que cuando se viaja con niños y uno de sus alicientes es hacer nuevos amigos y estar en permanente contacto con ellos.
Aunque, dada la situación, aún es pronto para la toma de decisiones en este aspecto, lo que sí parece es que en 2020, si viajamos, lo vamos a hacer más cerca y seguramente lo más tarde posible, para tener más seguridad y poder disfrutar al máximo, dentro de las posibilidades.
Tengo una caravana instalada en un camping de Cantabria todo el año que va a pasar si no estoy disfrutando de ella tengo que pagar lo mismo gracias.
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