Cuca y José son dos jóvenes que lo han dejado todo para buscar una nueva vida. Desde octubre de 2020, están recorriendo el norte de España, con una Fiat Ducato camperizada, para encontrar un lugar donde establecerse y trabajar. Antes de iniciar esta aventura, ambos estuvieron ahorrando durante dos años, vendieron lo que tenían en Valencia (donde vivían) para equiparse bien y, finalmente, dejaron sus trabajos. Desde entonces, junto con su perro Lobito y su gata Bresquilla, han viajado por la cornisa cantábrica y por el Pirineo oscense.
José es valenciano, estudió Ciencias de la Educación Física y es entrenador personal y de escalada. Cuca es madrileña, estudió Ciencias del Mar y es profesora de yoga y de pilates. A los dos les apasiona el norte, la montaña, la naturaleza y el mar. Ahora, hasta Semana Santa, están en Jaca, pero siguen buscando el lugar más adecuado para asentarse.
SoyCaravanista ha entrevistado a Cuca, quien cuenta cómo está siendo la experiencia de vivir en una camper y lo que supone para ellos.
¿Por qué eligieron una camper y no una caravana o autocaravana?
Estuvimos sopesando la autocaravana, pero, para nuestras necesidades, vimos que la autocaravana era demasiado grande. Queríamos tener algo lo suficientemente ágil como para circular por sitios por los que quizás con autocaravana no te puedes meter, por sus dimensiones. Sí que teníamos claro que queríamos una gran volumen porque yo tenía una Renault Kangoo para hacer pequeñas escapadas, pero en unas vacaciones que pudimos coincidir juntos nos dimos cuenta de que, si nos planteábamos vivir, una gran volumen era esencial porque hay más espacio, ya que llevamos muchísimas cosas: tablas de surf, esquís, neoprenos, ropa para esquiar… todo nos tenía que caber en ese espacio durante un año, que era lo que inicialmente nos proponíamos, más un perro, un gato y dos personas. Estuvimos considerando camperizarla nosotros, pero también empezamos a buscar ya camperizadas y encontramos esta, de segunda mano, que estaba como nueva y que era de unos chicos que querían dar el salto a una autocaravana.
¿Por qué decidieron viajar y vivir en una camper?
Individualmente, antes de conocernos, ya teníamos ese pensamiento cada uno. Nos conocimos y fue como juntarse el hambre con las ganas de comer. Entonces, empezamos a idearlo, aunque en un principio estaba todo en una fase de experimentación, hicimos recorridos con la Kangoo para ver lo que era vivir en una furgoneta en el norte… Nos dimos cuenta de que era posible y comenzamos a darle forma. Tal y como estábamos a nivel mental, vital y profesional era el momento, teníamos que hacerlo porque si esperábamos un poco más no iba a suceder.
Estábamos los dos viviendo juntos en Valencia, y, básicamente, lo que queríamos era naturaleza, montaña, actividades… José me ha introducido en deportes de montaña y yo a él, en el surf. Es verdad que en Valencia teníamos mucho, pero no al nivel que queríamos y con el que nos sentimos identificados, y eso lo cumple el norte. Así que pasamos a pensar qué era lo que necesitábamos, estuvimos dos años ahorrando, vendimos todo lo que teníamos en nuestra vida de entonces, reinvertimos parte de ese dinero en equiparnos bien, dijimos en los trabajos que nos marchábamos y, una vez que lo teníamos todo, en octubre de 2020, empezamos el viaje para encontrar un sitio donde poder asentarnos, donde nos sintamos identificados, ya que la idea no es viajar permanentemente.
¿Cómo es la experiencia de vivir en una camper? ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene?
Realmente, no es tan idílico como se presenta en las redes sociales, ya que te encuentras con muchos retos que tienes que ir solventando y hay que convivir en un espacio muy pequeño. En cuanto a las comodidades, todo lo tienes al alcance, tanto dentro como fuera de la furgoneta. Respecto a los inconvenientes, hay que andar recogiendo cada vez que te mueves, buscar lugares donde dormir…
¿Cómo es un día en su vida?
El año pasado, que estábamos sin trabajar, era conocer los lugares y disfrutar muchísimo. Era muy bonito y extraordinario porque no teníamos unas obligaciones que cumplir. Ahora, hemos empezado a trabajar y nos estamos marcando otras rutinas, con otro tipo de retos.
¿Cómo financian esta aventura?
Antes de empezar, estuvimos dos años ahorrando y nos propusimos gastar lo necesario. Desde que estamos viajando, no nos hemos fundido los ahorros, sino que han quedado unos pocos para mantenerse por si hay algún tipo de necesidad o de imprevisto. Ahora que hemos empezado a trabajar, vivimos con esa misma idea, gastamos lo justo y necesario y seguimos ahorrando. Una cosa buena de vivir de esta forma es que te das cuenta de que no necesitas tanto, primero por espacio, ya que no puedes tener muchas cosas y debes ser consciente de lo que tienes, y, a un nivel ecosostenible, no malgastas y reduces el consumo de agua, luz, gasoil… te mueves lo que te tengas que mover y el resto lo haces caminando, y de esta manera seguimos ahorrando. Lo único en lo que no vemos que hemos ahorrado es en comida, aunque disponemos de una nevera bastante amplia, tenemos que comprar los productos que consumimos con máximo de caducidad de tres días, lo que nos cabe es lo que podemos guardar. Esta vida no es para todo el mundo, ya que hay retos y ver si se está dispuesto a sacrificar algunas cosas por tenerla.
¿Cómo es la convivencia en un espacio reducido?
La convivencia es intensa porque estamos en un espacio muy reducido, y si no se gestiona bien o no se solucionan los problemas se puede acabar rompiendo la relación.
En nuestro caso, esta experiencia ha afianzado muchísimo nuestra relación, hasta tal punto que somos más eficientes a la hora de resolver las dificultades y en nuestra comunicación. Está siendo muy bonito y es un balance muy positivo.
¿Qué echan en falta de una casa fija, a la hora de vivir en una camper?
Echamos de menos tirarnos en el sofá. Aunque los asientos de la cabina son giratorios y muy cómodos y tenemos la cama fija, pasamos un montón de horas ahí y se echa de menos poder cambiar de postura, tumbarte… También echamos de menos cosas banales como caminar hacia la cocina, hacia el baño o hacia el salón, eso te hace moverte, y en la furgoneta no sucede y estás muchas horas en una misma posición. Lo notamos mucho en invierno, que es un poco crudo porque te metes dentro de la furgoneta a las seis de la tarde, cuando anochece, y hasta la hora de cenar aún que mucho tiempo.
¿Cuánto tiempo pasan, aproximadamente, en cada lugar en el que están?
Ahora, por motivos laborales, estamos más tiempo en el Pirineo de Huesca, y dentro de esta zona nos estamos moviendo para no pasar más de dos o tres días en un mismo sitio, incluso hay veces que nos movemos cada día, y así no parece como que estamos montando un asentamiento, intentamos evitar eso. Solo estuvimos una temporada un poquito más larga, seis días, durante Filomena.
Para pernoctar, ¿suelen elegir áreas específicas, campings…?
Un poco de todo. Intentamos siempre buscar sitios que tengan áreas de autocaravanas y que sean gratuitas, y si no lo son valoramos si lo que cobran merece la pena por el tiempo que vamos a estar, porque hay áreas de autocaravanas y áreas privadas que creemos que son caras, dependiendo de la temporada en la que te encuentres. En función de eso, vamos buscando y esto crea un poquito de estrés porque intentamos ser respetuosos y discretos. Creemos que no están suficientemente implementados en España lugares en los que estar en autocaravana, y esto es un problema porque es una realidad y este turismo ha venido para quedarse. En vez de gestionarse y promocionarse este tipo de turismo de forma adecuada, hay muchas prohibiciones, restricciones… Nosotros no tenemos problemas por pagar donde estemos si es coherente y si estamos en un sitio adecuado, pero no es fácil encontrar sitios adecuados en los que estar.
¿Han tenido algún problema en los sitios donde pernoctan?
Generalmente, por parte de los vecinos no hemos encontrado ningún problema en los sitios en los que hemos estado, aunque, por ejemplo, en verano, en Zarautz cada vez hay más furgonetas y autocaravanas, y si se prohíbe o se restringe es necesario dar alternativas. Hay veces que intentamos buscar sitios apartados del centro de una ciudad, y llegar la policía, que nunca nos ha multado, y decir que no se podía estar allí, pero, claro, te preguntas adónde nos marchamos. Por un lado, lo comprendo, pero, por otro lado, es frustrante porque no encuentras alternativas.
Eso sí, si, por ejemplo, son parques nacionales o parques naturales lo respetamos, que no se puede pernoctar, pues no podemos. Es muy bonito levantarse en un sitio espectacular, pero si está protegido vas por la mañana bien temprano, te pones en el sitio que quieres pasar el día y por la noche recoges y te marchas.
¿Cómo han vivido los confinamientos y la situación provocada por la pandemia?
No lo notamos demasiado. Por nuestro estilo de vida, no somos personas que tengamos una vida social especialmente activa, en el sentido de ir a bares o a grandes reuniones. Además, casi siempre estábamos en zonas donde las restricciones se iban poniendo o quitando en función de la incidencia. La policía nos visitaba, nos tenían localizados y veía que guardábamos la compostura, ya que también había siete furgonetas y caravanas en esa situación o que estaban viajando. Teníamos una vida tranquila, salíamos a hacer actividades a la montaña, nos encontrábamos con la Guardia Civil, que nos preguntaba, y no tuvimos ningún problema, con nosotros fueron muy amables.
Solo nos afectó en no poder ir a visitar a la familia, ya que estuvimos muchos meses sin poder regresar tanto a Madrid como a Valencia. La situación vivida nos llevó a tomarnos todo con más filosofía, vivir el día a día de forma sencilla, con perspectiva de futuro, pero aceptando las cosas que vayan sucediendo.
¿Qué características debe tener un lugar para que estén en un sitio durante un periodo más prolongado?
Jaca, prácticamente, cubre todo lo que buscamos porque está cerca de la naturaleza, donde realmente nosotros desarrollamos muchísima actividad, hay trabajo y está relativamente cerca del mar. Es necesario que haya trabajo donde queremos asentarnos, tener calidad de vida, y para nosotros tener calidad de vida es vivir cerca de la naturaleza.
Cuando encuentren un lugar para establecerse durante un tiempo más largo, ¿van a seguir viviendo en la camper?
Nuestra idea es continuar viviendo en la furgoneta, con el propósito de ahorrar para el día de mañana poder aspirar a comprarnos una casa. Ahora, la furgoneta está impecable, la hemos mimado y cuidado muchísimo y la hemos actualizado porque hemos visto que en este tiempo teníamos algunas carencias, sobre todo a nivel de autonomía energética, y hemos puesto placas solares nuevas. Nuestra idea es continuar viviendo en la camper, pero, para el futuro, tenemos que ir viendo, porque más adelante también nos apetece tener una casa en la que poder estar, haciendo familia y teniendo un asentamiento real.
Dada su experiencia recorriendo varios lugares de España, ¿qué se puede hacer para mejorar la estancia de quienes hacen caravaning?
Creo que los ayuntamientos, especialmente los más visitados, deberían valorar las oportunidades que se presentan, destinar espacios bien adecuados para recibir y acoger este tipo de turismo. Hay una oportunidad en este sector si se gestiona bien, si se generan puestos de trabajo, si se controlan las instalaciones, que está todo en orden, si los usuarios están concienciados en el respeto tanto a los demás como al entorno natural… Sería bueno aprender de otros países de Europa que nos llevan bastante adelanto en el caravaning. En líneas generales, falta concienciación por parte de las administraciones, pero también por parte de los usuarios, porque aquí todos tenemos responsabilidad.
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