Irlanda siempre fue un destino deseado para SoyCaravanista. Su increíble verdor, sus paisajes idílicos, un legado histórico ancestral y las costumbres irlandesas hicieron que, desde hace mucho tiempo, deseásemos ir hasta allí, pero claro, con nuestra caravana, que aporta el plus de ir con tu propia casa y disfrutar más de la naturaleza durante la estancia. Tras ir a Inglaterra, el deseo por descubrir la Isla Esmeralda creció, y justo antes de la pandemia planificamos un recorrido, que, lamentablemente, tuvo que cancelarse. Dos años después, hemos disfrutado de este increíble viaje, que, sin duda, recomendamos y que podría ser la aventura de tus próximas vacaciones.
Viajar de otro modo y a un destino desconocido son algunos de los ingredientes para vivir una aventura. Plantearse ir a un lugar situado a mil kilómetros, en el océano Atlántico, añade emoción, y eso que ya sabíamos lo que es embarcar en un ferri cuando fuimos a Inglaterra, pero esto es más, es viajar por el mar. Brittany Ferries nos lo pone fácil, especialmente a las caravanas, ya que es el operador que hace la ruta entre España e Irlanda, además de a varios puntos de Inglaterra, y entre Bretaña (Francia) e Inglaterra.
Nuestra aventura comienza en el puerto de Bilbao, donde observamos primero cómo se hace el embarque de los camiones, y, poco a poco, se van llenando las bodegas -distribuidas en varios niveles- de grandes tráileres que hacen regularmente la ruta entre España e Irlanda. Después, suelen embarcar las motos y turismos, y, por último, caravanas y autocaravanas, a las que nos reservan los espacios de más fácil acceso. Tras esta primera fase, mucho más sencilla de lo que esperábamos, comienza el relax de ver alejarse la costa y surcar la inmensidad del océano, mientras piensas, en algún que otro momento, en la cantidad de kilómetros que hicimos remolcando la caravana para llegar a destino en nuestro anterior viaje más allá de nuestras fronteras. En el artículo Travesía con caravana de Bilbao a Irlanda contamos más detalles sobre la travesía a Irlanda, que dura algo más de un día, relajados y preparando todo lo que haremos cuando lleguemos a tierra. Sinceramente, este trayecto es una experiencia que vale la pena disfrutar.
Llegando a Rosslare, el puerto donde hace tierra el ferri y que se sitúa en el extremo suroriental de Irlanda, ya notamos cómo la temperatura era más baja, dejamos la manga corta y las condiciones meteorológicas se asemejan más a las previsiones. Como ocurre cuando vas por carretera, observas cómo cambia el paisaje y el clima progresivamente, te vas aclimatando y siendo consciente de la distancia a la que viajas. Desde la misma costa, ya observamos el verdor irlandés. En el momento de desembarcar, nada distinto a salir de una nave por un gran portón y pasar un rutinario control de fronteras (al ser zona Schengen, ni siquiera nos pidieron la documentación). En este punto, comienza la aventura de conducir por la izquierda, que, como ya comentamos con nuestra experiencia en Inglaterra (te lo contamos en Conducir por Inglaterra con caravana, y sin ella), no tiene mayor dificultad que poner un poco más de atención.
En el entorno de Rosslare, que pertenece al Condado de Wexford, puedes hacer la primera parada y comenzar a descubrir las tierras del Ancestral Este de Irlanda. Junto a la ciudad de Wexford, a escasos 250 metros del centro, cruzando el puente que cruza la desembocadura del río Slaney, decidimos hacer base en el Camping FerryBank para conocer esta zona. Es un buen lugar, al típico estilo inglés, de grandes praderas, sin apenas árboles, ya que no se necesitan sombras, con un césped impoluto y caminos y espacios asfaltados para las caravanas, y servicios funcionales perfectamente equipados, todo ello junto a un centro deportivo con piscina cubierta y en primera línea de costa, con vistas al Mar de Irlanda. Es un sitio perfecto para descubrir la comarca.
Ancestral Este de Irlanda
El Ancestral Este de Irlanda nos da la bienvenida a los que llegamos por barco entrando por Rosslare, y desde aquí proponemos iniciar un recorrido por la isla. Junto con Wexford, incluye los condados costeros de Wicklow, Dublín, Waterford y Cork, junto con otros muchos del interior. En Wexford, los vikingos fundaron la primera población importante de Irlanda, gracias a sus tierras fértiles y a la posibilidad de poder navegar por sus ríos. Así se fundó Wexford, allá por el siglo IX, tres siglos después fue ocupada por los normandos y, aunque en el siglo XVII fue casi destruida, la ciudad mantiene un aspecto medieval. A las afueras, el Irish National Heritage Park (www.inhp.com) es un singular museo etnográfico al aire libre que resume los más de 9.000 años de historia que se conocen de Irlanda. A través de un paseo autoguiado, se conocen las recreaciones de las construcciones que han ido utilizándose durante la historia de Irlanda. Perfectamente explicado, tanto por la señalización de cada punto como por el folleto que facilitan, se puede entender la utilidad desde las piedras neolíticas hasta un castillo normando, pasando por los monasterios y los asentamientos vikingos. Es una de las visitas que recomendamos hacer tanto para mayores como para niños, y tienen información en español. Sin alejarte mucho de la ciudad de Wexford, es posible disfrutar de alguno de los impresionantes castillos con infinitos jardines con lagos y espacios bucólicos, como el Castillo de Johnstown (www.johnstowncastle.ie). Otros sitios interesantes son algunas de las granjas que cuentan con grandes jardines, bosques, dependencias para todo tipo de animales y que, junto a una casa digna de denominarse palacio, resultan una grata experiencia para pasar una mañana o incluso el día completo. Es el caso de Wells House & Gardens (www.wellshouse.ie), lugar idílico, especialmente en un día con ligera lluvia, para pasear por su frondoso bosque lleno de rincones de gnomos y duendes, disfrutar de sus cuidados jardines y conocer la casa y la zona de granja.
En el condado de Wexford, también descubrimos algunos enclaves muy emblemáticos en la costa. Nada más llegar, nos acercamos a conocer la península de Hook, un buen ejemplo del paisaje irlandés, con grandes praderas de mullida hierba, casas entre los pastos y pequeños acantilados sinuosos entre los que rompen las olas del Atlántico, entre pequeñas playas. En la punta de la península, se llega al Cabo de Hook, que alberga un característico faro de líneas blancas y negras construido hace 800 años, lo que lo convierte en el faro en activo más antiguo del mundo. Junto al faro de Hook (www.hookheritage.ie), el centro de visitantes ofrece recorridos guiados, exposiciones y la posibilidad de divisar la inmensidad del mar desde lo alto del faro. Al norte de Wexford, es recomendable disfrutar de la inmensa Playa de Curracloe, 11 kilómetros de suave arena blanca y lejos de construcciones. En sus alrededores, no verás más que campos y urbanizaciones de mobil-homes y alguna que otra casa suelta, así que es un paraíso en el que es fácil encontrar un lugar tranquilo para pasar un rato o incluso el día a orillas del mar, y disfrutar de un baño, a los que no les asusta el agua fría. Si te apasionan las películas bélicas, quizás llegues a identificar que esta playa sirvió de escenario durante dos meses para rodar el desembarco en Omaha Beach (Normandía) en Salvar al Soldado Ryan. También en esta playa se rodó parte de la película Brooklyn. La belleza de los paisajes irlandeses la ha convertido en escenario cinematográfico en numerosas ocasiones. Además de multitud de escenas de la famosa serie Juego de Tronos, especialmente de la zona de Irlanda del Norte (puedes verlo en nuestro artículo Viajar a las localizaciones de Juego de Tronos con tu caravana), en la isla de Irlanda se han rodado famosas series y películas como Belfast (2021), Harry Potter y el misterio del príncipe (2009), Vikingos (2013-2020), Star Wars: El despertar de la fuerza (2014), En el nombre del padre (1993), Braveheart (1995), Posdata, te quiero (2007), Los Commitments (1991), y Las cenizas de Ángela (1999), entre muchas otras.
Si lo que buscas es disfrutar de la naturaleza, Irlanda es ideal para hacerlo. Si te gusta la bicicleta, tienes multitud de rutas establecidas, como el Camino de Waterford, que discurre por el trazado de una antigua vía de ferrocarril entre Waterford y Dungarvan (Condado de Waterford), el Camino del Royal Canal (a las afueras de Dublín) o el Camino de Carlingford Omeath (en las cercanías de Irlanda del Norte) son algunas de las Vías Verdes que proponemos por la zona. Si prefieres el senderismo, el Ancestral Este de Irlanda también cuenta con buenas redes de caminos para disfrutar del aire libre al tiempo que descubres parajes increíbles, como los caminos del Wexford Walking Trail, que recorren costa e interior del condado; pasear entre bosques descubriendo ruinas medievales por el Camino de Blessington, junto al lago Poulaphouca; caminar hasta la gran cascada de Powerscourt; o alguna de las rutas junto a los lagos, por las cascadas, o en busca de los orígenes monásticos de San Kevin, en Glendalough, en las montañas de Wicklow.
Unas de las principales atracciones de Irlanda son las fincas con palacios y jardines que son combinaciones perfectas de paisajismo entre arquitectura y naturaleza. A los pies de las montañas de Wicklow, cerca de Dublín, es posible visitar los jardines de Powerscourt Estate y su casa palacio (www.powerscourt.com). Entrando por un imponente camino bordeado por hayas plantadas por el primer vizconde hace más de 250 años, sirve de aperitivo de lo que se puede contemplar. Además de los bosques, que esconden el árbol más alto de Irlanda (un abeto Douglas), cuenta con arboretos, un jardín italiano, un jardín japonés, un jardín amurallado, además de una destilería, un club de golf, hotel, y un sinfín de propiedades que te dejan más que impresionado. Algo más discretos, pero también recomendables, son los jardines de Altamont, de 16 hectáreas, situados más al interior, en el condado de Carlow, junto al río Slaney, que recogen una excelente colección de plantas integradas en el paisaje natural, un arboreto, árboles esculpidos y un lago flanqueado por árboles, que resulta muy bucólico para pasear y contemplar la belleza del lugar.
Dublín
Continuado viaje hacia el norte, y dejando a un lado las montañas de Wicklow, se llega a Dublín. Los que piensan que la capital de la República de Irlanda es una gran urbe al estilo de Londres se van a sorprender, ya que Dublín es una ciudad con poco más 500.000 habitantes y con edificios bajos (excepto el Capital Dock, de 22 pisos, y media docena de construcciones con más de 14 plantas). Dublín resulta una ciudad íntima y acogedora, que se extiende en torno a los últimos kilómetros del río Liffey y está salpicada de espacios verdes entre manzanas de casas unifamiliares con puertas pintadas de vivos colores, y un inmenso parque, en la zona interior, Phoenix Park. Puedes alojarte en el Camac Valley Tourist Caravan and Camping Park (www.camacvalley.com), situado a las afueras. En Dublín, son de visita obligada el campus del Trinity College (www.tcd.ie) y su famosa e impresionante biblioteca donde guardan en Libro de Kells, un evangeliario realizado por monjes celtas allá por el año 800, y que se contempla en una vitrina y en la zona expositiva que muestra los increíbles detalles de esta obra única de gran belleza y repleta de motivos ornamentales. Otro de los imprescindibles, y principal atracción de toda Irlanda, es la Guinness Storehouse (www.guinness-storehouse.com), un edificio temático donde muestran la historia de esta famosa cerveza irlandesa y su proceso de fabricación, a través de las siete plantas de su emblemático edificio, para terminar contemplando las vistas de Dublín mientras degustas las cervezas en el Gravity Bar, un mirador con vistas a los 360º. Tampoco debes perderte la zona con más ambiente de la ciudad, junto al río, el Temple Bar, donde se concentran en torno a sus calles peatonales los más animados pubs y restaurantes donde comer, cenar y tomar cervezas a cualquier hora del día mientras escuchas música en directo. Puedes concluir la visita con un paseo por sus calles, cruzar parques como St. Stephen’s Green o Merrion Square, y admirar monumentos como el Castillo de Dublín y las catedrales de San Patricio y la de la Santísima Trinidad.
Irlanda del Norte
Si cuentas con tiempo, vale la pena visitar Irlanda del Norte. Esta zona de la isla de Irlanda, que forma parte del Ulster, pertenece a Reino Unido y, en consecuencia, pagan con libras y usan las millas en vez de los kilómetros, entre otras diferencias. Irlanda del Norte está repleta de mitos y de sitios mágicos. Comenzando por Belfast, ciudad donde se construyó el Titanic, y al que dedican la gran experiencia del centro interactivo Titanic Belfast (www.titanicbelfast.com); no te pierdas sus pubs históricos, algunos del siglo XVII, como el White’s Tavern, conocida como la taberna más antigua de Belfast; la multitud de murales pintados en barrios católicos y protestantes que recuerdan la época de conflicto entre unionistas y republicanos; el ayuntamiento; la Universidad de Queen y sus jardines; el Castillo de Belfast; y el Jardín Botánico, entre otros muchos. Otro de los lugares más simbólicos de Irlanda del Norte es la Calzada de los Gigantes, un paisaje espectacular con unas 40.000 columnas de basalto que forman curiosos escalones hexagonales junto al mar. Aunque la leyenda dice que dos gigantes enfrentados (uno irlandés y otro escocés) se dedicaron a tirarse piedras hasta formar un camino, la realidad es que se formó por un rápido enfriamiento de la lava de un cráter, que ha dejado estas impresionantes formas que le han valido la declaración de Patrimonio de la Humanidad. Recorriendo la Ruta Costera de la Calzada, que conecta Belfast con Londonderry circundando la costa, se pueden descubrir senderos, playas y acantilados sobrecogedores: el Sendero de Gobbins, con más de 100 años de antigüedad, es una joya de camino sobre acantilados de basalto; el puente de cuerda construido hace 350 años que da paso al islote de Carrick, a 30 metros sobre el mar; los restos del castillo de Dunluce anclados sobre los acantilados; la playa de Downhill…
Juego de Tronos
Si eres seguidor de la serie Juego de Tronos, Irlanda del Norte te va a rememorar muchas de las escenas de la saga, ya que en esta tierra se concentra el mayor número de localizaciones. Si te impresiona, por ejemplo, el inquietante camino de hayas entrelazadas de Kingsroad, realmente existe (aunque es una carretera asfaltada) y es conocido como The Dark Hedges, un lugar mágico que se ha convertido en atracción turística cerca de Armoy, en el Condado de Antrim, cerca de la costa norte. La playa de Downhill también sirve de escenario para Rocadragón, compartido por nuestro San Juan de Gaztelugatxe, en Vizcaya. El puerto de Ballintoy es uno de los escenarios de la saga, y sirve para recrear, desde la segunda temporada, el puerto de Pyke al que llega Theon Greyjoy. También en la segunda temporada, en uno de los episodios, Davos Seaworth lleva a Melisandre, la sacerdotisa roja, a la costa, donde da a luz a un monstruoso bebé, y se ven los espectaculares paisajes de las cuevas de Cushendun, también en el Condado de Antrim. Además, son varios los castillos del Ulster que han servido de rodaje para la serie: el Castillo de Audley, en el condado de Down, puede verse cuando el rey Robert Baratheon y su séquito llegan a Invernalia; cerca de Randalstown, en el condado de Antrim, las ruinas del Castillo de Shane sirven para rodar el Torneo de la Mano; también se ha usado lo que queda del Castillo de Dunluce, en Bushmills, para representar al castillo de los Greyjoy en Pyke; y más al sur, a orillas del lago Strangford, el Castillo de Ward ha sido escenario para rodar el patio de la fortaleza de los Stark en Invernalia. A pesar de la gran carga de efectos visuales que modifican los escenarios de la serie, también son reconocibles la montaña de Slemish, visible desde Belfast, por donde cabalgan en algunas ocasiones; en el Parque Nacional de Tollymore se recrea el enorme bosque encantado que ocupa buena parte del territorio de mas allá del Muro; para la capital de los Dothraki, Vaes Dothrak, se usan los Montes de Mourne; y otros enclaves como la Abadía de Inch, actualmente en ruinas; el río Quoile, que aparece como Aguasdulces; la Bahía de Murlough, que es uno de los escenarios de las Islas del Hierro, y un sinfín de rincones que han inspirado el ambiente de la serie. Si realmente eres fanático de la serie, deberías hacer el Tour de los Estudios de Juego de Tronos (www.gameofthronesstudiotour.com), a las afueras de Belfast, lugar de rodaje real y por donde puedes dar un paseo entre bastidores de Los Siete Reinos. En Viajar a las localizaciones de Juego de Tronos con tu caravana te contamos este y otros lugares con localizaciones de la serie.
La Ruta Costera del Atlántico
Desde el Cabo Malin (Condado de Donegal), extremo norte de la isla de Irlanda, hasta Baltimore (Condado de Cork), extremo sur de Irlanda, distan unos 500 kilómetros buscando la ruta más óptima, pero la orografía de la costa oeste, que se enfrenta al duro Atlántico, al que queda desprotegido, hace que puedas recorrer la ruta costera con sus miles de recovecos a través de más de 2.500 kilómetros. Una de las características es el aspecto salvaje que tiene este litoral, que alterna islas deslavazadas y abruptos acantilados con playas desiertas y pueblecillos acogedores protegidos en cerradas bahías. A través de esta ruta, es posible descubrir algunos de los lugares más bellos de Irlanda. Comenzando por el norte, la península de Inishowen, en el condado de Donegal, además de acoger el punto más septentrional de Irlanda (el Cabo Malin), está esculpida por la acción de las olas del océano, y muestra un paisaje de colinas verdes, rocas escarpadas, casitas con tejado de paja y un clima más extremo que invita también a disfrutar, cuando llega la tarde, de sus pubs al calor de una chimenea en pueblos pintorescos, e incluso, si viajas en el momento adecuado, y tienes suerte, hasta podrás contemplar la aurora boreal.
Bordeando la costa hacia el sur, poco antes de llegar a la ciudad de Donegal, los Acantilados de Slieve League te harán sentir en el fin del mundo, al observar sus escarpados y espectaculares paisajes. Si quieres contemplar las aguas de color aguamarina y paisajes sensacionales, puedes visitar la isla de Achillen (en el condado de Mayo), donde la playa de Keem es un paraíso con bandera azul y perfecta para bañarse, si el tiempo lo permite, o pasear por su arena dorada.
Continuando por la costa hacia Galway, en Connemara, se llega a una de las joyas arquitectónicas más conocida de Irlanda y que está en un precioso emplazamiento natural: la Abadía de Kylemore, un palacio construido en el siglo XIX, a orillas del lago Pollacapall, al quedar prendados del lugar Mitchell y Margaret Henry, y que se convirtió en el mausoleo de ella, al fallecer. Después de ser una abadía benedictina y un internado femenino, hoy en día es posible visitar este palacio victoriano, su abadía neogótica y sus jardines.
Galway, adentrada en una de las grandes bahías de la costa Atlántica, es una de las principales ciudades irlandesas y conserva la típica animación en sus calles y antiguos pubs. Desde San Patricio, el 17 de marzo, hasta avanzado el otoño, aprovechando la época con clima más suave, se acumulan sus famosos festivales, como el Festival de la Ostra, el Festival de Arte o el Festival de Cine, y toda la ciudad parece una gran fiesta. Además, en Galway es recomendable pasear por sus callejuelas, disfrutar de la cocina que elaboran sus chefs innovadores, las tiendas de diseño elegantes y la animada música callejera.
Rodeando la bahía de Galway, al abrirse al océano, se llega a los acantilados más famosos de Irlanda, los Acantilados de Moher, que a lo largo de ocho kilómetros se elevan hasta más de 200 metros sobre el Atlántico. Desde el sendero que los recorre, al borde del precipicio en muchas ocasiones, se puede contemplar la majestuosidad de los impresionantes campos verdes sobre el atlántico.
Acercándonos al extremo sur, nos adentramos en el condado de Kerry, donde se encuentra el extremo suroeste de la isla. La mejor manera de conocer esta zona es recorriendo el Anillo de Kerry, de algo más de 150 kilómetros y que se considera como la mejor ruta panorámica de Irlanda. Partiendo del Parque Nacional Killarney, iniciamos un trayecto entre montañas, lagos, cascadas y castillos llenos de magia. A orillas del Lago Leane, comenzamos con la visita, que parece un viaje en el tiempo, por los catillos de Ross, la Mukross House y Mukross Abbey, adentrándonos en profundos bosques donde se ven cascadas como la de Torc, un salto escalonado de agua de 18 metros, que proviene de la montaña de Torc, que con sus poco más de 500 metros de altitud es un magnífico mirador de toda la zona, con unas hermosas vistas de los lagos que la circundan. Cuando la carretera del Anillo de Kerry se aleja de las montañas y lagos, se llega a pueblos llenos de encanto donde detenerse, como Sneem o Waterville. Desde la bahía se contemplan islotes, playas, pequeñas localidades y restos de castillos entre inmensos pastos que van conduciendo a los acantilados de Kerry.
Concluimos la vuelta a la isla de Irlanda con la llegada a Cork, la segunda ciudad del país, situada en una isla del río Lee, que, estando protegida del océano, le da acceso al Atlántico, y es un importante puerto que la conecta con Francia e Inglaterra, especialmente. Animada y cosmopolita, Cork cuenta con afamadas cafeterías de moda, galerías de arte, museos poco convencionales y excelentes pubs, propios de una ciudad, pero con sin perder el espíritu y tranquilidad del pueblo que fue. Obligada es la visita a los sabores tradicionales del Mercado Inglés, la imponente Catedral de San Finbar, un paseo por el parque Fitzgerald, o una escapada a la vecina Cobh, puerto desde donde hizo su última escala el mítico Titanic, o el Castillo de Blarney, a las afueras de Cork, donde se encuentra la famosa piedra de la elocuencia y que fue construido a finales del siglo XIII.
Desde Cork, concluimos la vuelta a Irlanda y volvemos de nuevo a Rosslare para volver en ferri a España, pero también se pueden tomar otros de los barcos de Brittany Ferries en Cork que conducen a la Bretaña francesa para visitar esa zona, y desde allí volver a España por carretera, si dispones de más tiempo.
En este artículo os hemos resumido algunos de los lugares más atractivos para visitar en Irlanda, pero, además, tienes en Turismo de Irlanda una buena web donde documentarte y preparar tu visita con detalles sobre los destinos, propuestas de actividades, consejos…
Pingback: Travesía con caravana de Bilbao a Irlanda – Soy Caravanista
Hola!! En cuantos dias habeis realizado la ruta??
Para hacer la ruta completa necesitas al menos dos semanas allí, si no tienes tanto tiempo puedes recorrer la zona sureste, Cork, Dublín, incluso Irlanda del Norte, dependiendo de los días que tengas, pero es una pena no recorrerlo todo.
Buenos días. Felicidades por el viage i gracias por el relato.
Una pregunta, existe en el ferry que sale desde bilbao la posibilidad de una conexion elèctrica para el mantenimiento de la nevera. Saludos y muchas gracias.
Hola Josep María
El tema de la conexión eléctrica para caravanas no existe por ahora. Si para camiones. Es algo que preguntamos expresamente, y no es posible. En unos días la ruta se empieza a hacer en un nuevo barco, el Salamanca, y desconocemos si en este barco se podrá conectar. Estaremos en la presentación del barco, y nos enteraremos para contároslo.
Pingback: Salamanca, el nuevo barco impulsado por gas natural para viajar a Irlanda con toda comodidad – Soy Caravanista
Enhorabuena por la presentación!! Una cuestión, existe normativa diferentes con respecto el carnet de circulación para llevar una Caravana de más de 750kg?
Pingback: Travesía a Irlanda en el ferri Salamanca – Soy Caravanista
Hola, buenas noches..que tal fácil es pecnoctar..hay suficientes camping? Que tal las carreteras? Son suficientemente anchas?..
Gracias y enhorabuena por el post.
En general las carreteras son buenas, como en todas partes, en lugares poco accesibles las hay estrechas, pero las que llegan a campings suelen estar bien. Hay una buena red de campings, y los que hemos podido conocer están bien equipados y suelen ser más baratos que en España. Pernoctar fuera de campings no se estila, aunque hemos podido ver alguno perdido.